lunes, 3 de agosto de 2009


No recé por los enamorados,
Sino por los que buscaban estarlo,
Y a alguien que de ellos también lo estuviera,
Sin ocultarlo.

Me arrodillé ante el nombre,
Que a algunos bendice,
Y a otros los hace llorar,
Hasta los maldice.

No diré que odio al alado,
Aunque no negaría
Que me gustaría robarle la flecha,
Y hacer estragos.

Salgo a caminar para pensar
en que hoy no es mi día,
nadie me dedica una flor, ni una canción,
nadie me viene a besar...

Sí, sí soy feliz igual,
Envídienme porque no lloro,
Mis rezos serán escuchados, lo sé,
Y ya nada me hará mal...

Equilibrio (tercera parte)


Fuerzas opuestas, Molly y yo... Y es claro, para variar una piensa y la otra siente. Si bien la mente puede poner las cosas sobre una balanza, el corazón la desequilibra por completo. Molly, sentada en una silla de madera oscura, sostenía su cabeza mientras observaba la balanza. Me levanté de mi silla con desesperación... ¡Ella era la que tenía que ayudar a equilibrarla, no yo! Y para matar el tiempo, tomé la balanza y me dediqué a lustrarla...
Molly, que ya parecía que sufría de autismo, por fin dejó soltar palabras de su boca. "Yo avisé que al mundo lo veo con otros ojos, no me echés la culpa", dijo.