miércoles, 22 de abril de 2009



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Ésta soy yo...
con mis virtudes
y mis defectos...

Saben, a pesar de todo,
nunca me he sentido sola.
Será porque ella estaba siempre a mi lado
con la palabra justa en su boca.

Grande por fuera, pequeña por dentro
y pequeña por fuera, grande por dentro,
las dos supimos marcar nuestro rumbo
nos hundimos al encuentro.

Él me ofendió la noche anterior
y no supe responder; lloré hasta el agotamiento.
Me dejé caer, sintiéndome poca cosa
pero ella estuvo ahí, ayudándome a expresar mi sentimiento.

Era la vos de mi conciencia,
yo era su apoyo.
Y sé que ella sin mí, tampoco era nada;
juntas, nos complementábamos.

Hacíamos música:
podríamos decir que el mundo escuchó
una canción que nunca se inventó
porque teníamos miedo a mostrarnos

Sí, nos daba vergüenza
más que nada
expresar nuestros sentimientos;
miedo... ¡ A quedar como taradas !

El precio de amar con locura
lo pagaste vos, dulzura
que un viernes, yo, enloquecida,
te arranqué de un tirón la cuarta cuerda...

Guitarra, gracias por estar siempre:
por ser la que me escucha, la que me entiende
la que me dice que nunca me rinda,
que le vea el lado bueno al triste tema...
y la que me enseña que cada problema
tiene solución
que es una canción
desde lo más profundo del corazón...

martes, 7 de abril de 2009

"Una vela de cera"


Concurso de Poesía del Instituto Santa Ana de Villa Ballester

Los poemas ganadores

Se despertó una mañana de domingo,
y así comienza esta historia.
Me gustaría que caminaran conmigo
los detalles, mas falla mi memoria.

Bajó las serpenteantes escaleras
hacia el obscuro subsuelo.
Sin entenderlo; creyéndolo apenas,
que estaba subiendo hacia el cielo.

Por todo lo que ella había vivido
no comprendía, no perdonaba,
pues, sorda de ojos y ciega de oídos,
hasta el corazón le faltaba.

Pero ésto que les cuento hoy,
a ella le hizo perdonar,
comprender, aquello que la ayudó
a la inalcanzable felicidad alcanzar.

Había encendido una vela de cera,
la cual cayó lentamente de sus manos;
rodó en cámara lenta por la escalera
y la historia y yo comenzamos a quemarnos.

Cosas valiosas, joyas, vestidos, muebles, joyas,
todo ya hoy es parte del pasado.
Ella, por una de esas cosas
que tiene la vida, pudo salir caminando.

Y aprendió. Sí, amigos, aprendió.
Y así termina mi historia...
Perdón por la ausencia de detalles,
resulta que me falla la memoria.

AGUSTINA BELÉN DUARTE (tercero.naturales)

Así nació Molly..


















Pobre Molly


“Pobre Molly” dijo una vez alguien, sintiendo lástima por ella. Estaba harta de que le sintieran lástima continuamente. Pero ella se lo buscaba.
Ella podía resaltar lo más hermoso que había en su corazón, como lo más triste y tenebroso. Amaba, con toda su alma; pero Dios no le permitía enamorarse. Es decir, pecaba todo el tiempo. Sintió odio contra él. “Es humano lo que sentís” decía su psicoterapeuta; mas su corazón pecaba al sentir rabia de que, para el resto del infinito universo, amar no fuera un pecado. Y continuaría pecando.

El mundo no le permitía verse linda. Sus amigos (si es que se los puede llamar así, porque siempre se quejaban de ella y no la apreciaban tal como era) le recomendaban que, para que el Ser Amado sea llamado por su atención, debía mostrarse linda, natural, fresca. Pero los prejuicios que había vivido en su infancia, no la dejaban ser natural ni fresca. Y mucho menos linda, ya que nunca nadie había gustado de ella. Los hombres que la tuvieron, fueron para exprimirle todo el jugo, y tirarla como una cáscara en un cesto de basura. “Pobre Molly”, decía uno por allá, otro por acá, hasta ella misma llegó a pensarlo.
“¿Habré venido a este mundo para ser un Corazón Solitario?” se preguntaba, mientras ponía en el toca discos, un LP de los Beatles. Y lloraba, siempre lloraba. Creía que sus sueños de ser música y actriz nunca se harían realidad. Que nunca más iba a poder amar.
Molly sabía que no estaba moldeada para este mundo. Veía a su alrededor sólo mujeres perfectas. Pero con algo en especial: todas “calentaban” a los hombres, ninguna les tocaba el Corazón. Pequeña, pero sin la mente verde, veía el mundo con otros ojos. A su paso, dejaba un profundo análisis coherente. No era como los demás.
Así, también sabía que los hombres no la amaban porque no era el prototipo que ellos esperan de una mujer: entregada. Ella era desprolija, descuidada, decía siempre lo que pensaba, impulsiva, hacía lo que quería; por momentos (con algunas copas de más) se destapaba, se sacaba la máscara y era capaz de hacer o decir cualquier cosa; bailaba mal, y nunca estaba a la moda (creía que vestirse como ella quería y sentía que debía hacerlo era lo mejor). Dejaba su marca en cada rincón. Pero su Ser Amado nunca prestaba atención a la personalidad o la simpatía, sino que buscaba la seducción, la lujuria, la perversión, la perfección.

Y continuaba pecando. Recordaba su triste pasado, el que la hizo así, reflexiva y optimista. Pero ese optimismo un día cayó en picada. Comenzó todo con una ciclotimia. A veces estaba bien, a veces estaba mal. Cuando veía que el Ser Amado lo único que le brindaba a la Pobre Molly era indiferencia (o se mostraba con una mujer “mejor” que ella), un cáncer le corría a ella por todo su cuerpo. Y lloraba. Días se mostraba, días lloraba inmersa en un mar de sábanas.

Vivía de los sueños y los deseos. Hermoso y perfecto mundo de sueños. Ahí se encontraba (una especie de “cita obligada”) todas la noches con su Ser Amado. Pero el maldito despertador la arrancaba de su hogar.
Tenía miedo, del pasado, del futuro. Miraba a las personas como si éstas estuvieran a punto de arrancarla de este mundo, o de su mundo... Y tenía miedo otra vez.
Nunca revelaba sus verdaderos sentimientos.
Nunca fue el alma de la fiesta. Nadie la escuchaba. Nadie la entendía. Nadie la veía linda. Nadie tenía un sueño mojado con ella. Nadie la abrazaba. Nadie la besaba. Sólo le tenían lástima. “Pobre Molly”, escribió.